9 jul 2007

Desarrollan traductor portátil, de cualquier texto al braille


El ingeniero francés Raoul Parienti ha desarrollado un dispositivo portátil capaz de traducir en tiempo real en braille los textos impresos, el aparato es un poco más grande que el ratón de una computadora y pesa 120 gramos. Parienti calcula que el 'Top Braille' será de mucha utilidad para más de 120 mil ciegos de Francia y a los 42 millones que existen en todo el mundo.

"A medida que el aparato se desplaza por una línea de texto, una microcámara numérica escanea cada caracter, transmite las imágenes a un procesador que dirige una célula braille bajo el índice del usuario", explica Parienti. Los pequeños picos de esta célula bajan o suben y componen la traducción instantánea a braille de cada letra, además de que el texto puede escucharse por medio de un auricular.

"El paso al braille sigue siendo indispensable, esta es la principal vía de acceso a la cultura para los ciegos. Todos aquéllos que han accedido a los estudios superiores lo han hecho gracias al braille", comenta Claude Garrandès, antiguo profesor de economía, invidente desde la adolescencia y fascinado por el “Top Braille”. Raoul Parienti tiene registradas 130 patentes y esta nueva idea surgió de su hija, "he partido de una reflexión de mi hija, que tiene deficiencias visuales, que se preguntaba para qué aprender braille si hay tan pocos textos transcritos" a este lenguaje.

El aparato tiene 10 años de desarrollo, "hacía falta desarrollar un software de traducción caracter por caracter y no palabra a palabra, como el que existe actualmente. Hacía falta que todas las fuentes sean reconocibles. Hacía falta un procesador muy potente, que no consumiese demasiado, para garantizar una buena autonomía. Uno de los mayores desafíos era permitir a los invidentes orientarse a lo largo del texto", comenta Parienti, por lo cual se desarrollo un programa de navegación el cual informa al usuario de la presencia de texto y le permite al mismo colocar el dispositivo en la posición correcta y seguir la línea de lectura.

Vía El mundo


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