30 ene 2009

Un pequeño cambio en la química cerebral de la langosta marca la diferencia


Un simple cambio químico en el nivel de serotonina en las langostas las convierte en gregarias o migratorias, las últimas son las que forman enjambres que devoran las cosechas en África y otras regiones del mundo. Según los resultados de un estudio realizado en los Estados Unidos la serotonina (neurotransmisor) juega un papel importante en la formación de grandes enjambres de langostas. Bastan 500 langostas del desierto o peregrinas (Schistocerca gregaria) adultas por hectárea para que se empiece a formar una fase gregaria. Para la langosta migratoria (Locusta migratoria) son necesarios 2 mil insectos por hectárea para que se desencadene el fenómeno, según expertos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Estos dos insectos cambian radicalmente cuando se agrupan. Su color, morfología, fisiología y comportamiento se transforman por completo. Los investigadores encontraron que las langostas en enjambres tienen niveles de serotonina 3 veces mayores que cuando están en su fase de comportamiento solitario. En su fase gregaria, la langosta verde es amarilla, desarrolla grandes músculos y busca la compañía de otras. Así se pueden desarrollar enjambres de miles de millones que vuelan a 96 kilómetros por hora de cinco a ocho horas en busca de comida.

“La fase gregaria es una estrategia surgida de la desesperación y conducida por el hambre, y formar el enjambre es una respuesta para encontrar nueva pastura”, explicó Steve Roger, de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña, uno de los principales autores del estudio, publicado en la revista Science. En laboratorio, las langostas solitarias pueden ser transformadas en gregarias en sólo dos horas, con solo cosquillear sus patas traseras para simular el bullicio en el que viven cuando están en grupo.

Según observaron los investigadores, en este periodo de estimulación aumenta la concentración de serotonina en el sistema nervioso de los insectos. Para demostrar la función de la serotonina en el cambio de comportamiento de las langostas, los científicos les inyectaron una sustancia que bloqueara la acción de la serotonina. Luego, al someterlos al mismo cosquilleo, no se agruparon. De hecho, las langostas solitarias eran tan diferentes fisiológicamente y en sus comportamientos de las gregarias que hasta 1921 se creía que eran dos insectos diferentes.

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